Por: Evgeniya Leonova
Año Nuevo en Rusia no es solo una fecha en el calendario: es un estado de ánimo colectivo, una celebración que envuelve al país entero y que transforma el invierno en un tiempo de encuentros, esperanza y rituales profundamente arraigados. Mientras en muchos lugares del mundo el 1 de enero pasa casi desapercibido, en Rusia marca el inicio del periodo festivo más largo, esperado y querido del año.
Como bien decía Winston Churchill, Rusia es “un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma”. Basta con vivir el Año Nuevo ruso para comprender esa frase. Las celebraciones comienzan la noche del 31 de diciembre y se extienden, sin prisa alguna, hasta bien entrado enero, en un ambiente donde la nieve, la luz y la convivencia parecen suspendidas fuera del tiempo.
Una celebración universal alrededor de la mesa
La víspera de Año Nuevo en Rusia se vive como una auténtica fiesta nacional. No importa si afuera el termómetro marca varios grados bajo cero: dentro de los hogares reina una calidez casi ceremonial. Cada familia prepara una mesa abundante, generosa, pensada para compartir, siguiendo una regla no escrita: cuantos más invitados, mejor.
Entre los platillos imprescindibles aparecen clásicos que atraviesan generaciones. El pollo al horno, el pastel Napoleón, las mandarinas aromáticas y el champán conviven con recetas que se han convertido en símbolos del Año Nuevo en Rusia. La más famosa es, sin duda, la ensalada Olivier —conocida fuera del país como ensalada rusa— una combinación sencilla de verduras, embutidos, huevo y mayonesa que ocupa un lugar de honor en cada celebración.
Durante la época soviética, la escasez marcó la cocina cotidiana y dio origen a platillos que hoy despiertan nostalgia. Tan arraigada está esta tradición que incluso visitantes extranjeros buscan restaurantes rusos en Nochevieja para probar la auténtica receta, tal como se explica en diversas guías gastronómicas internacionales como las publicadas por Russia Beyond, un medio especializado en cultura rusa que profundiza en estas costumbres culinarias:
Dónde y cómo vivir el Año Nuevo en Rusia
La preparación para el Año Nuevo en Rusia comienza semanas antes. A mediados de diciembre, Moscú se transforma por completo. La Plaza Roja y las grandes avenidas se llenan de luces, mercados y música gracias al festival “Viaje a la Navidad”, considerado uno de los más grandes de Europa.
Caminar entre sus puestos es sumergirse en un cuento invernal: bebidas calientes, artesanías tradicionales y espectáculos que invitan a quedarse horas enteras. Muy cerca, el festival “Moscú de Hielo” sorprende con esculturas monumentales talladas en hielo y reproducciones de monumentos internacionales. La propia oficina de turismo de la ciudad documenta estos eventos como parte esencial de la experiencia invernal.
Viajar en estas fechas es comprender cómo una cultura celebra la vida a través del ritual, algo que también ocurre en otras latitudes. De hecho, esta conexión entre tradición, memoria y celebración recuerda a experiencias profundamente simbólicas como el Día de Muertos en México, una festividad que transforma el recuerdo en encuentro y que puedes explorar en esta ruta cultural del Día de Muertos en México
La noche del 31: familia, rituales y esperanza
Para los rusos, el 31 de diciembre es, ante todo, una noche familiar. Amigos cercanos y generaciones distintas se reúnen alrededor de una mesa larga, donde la conversación fluye sin prisa. Los regalos, cuidadosamente envueltos, se colocan bajo el Árbol de Año Nuevo —nombre que recibe el árbol festivo en Rusia— y se intercambian en algún momento de la velada.
A medianoche, las copas de champán chocan al unísono mientras se repite un dicho popular: “Como recibas el Año Nuevo, así lo vivirás”. Tal vez por eso, al terminar las campanadas, nadie se queda en casa. Las calles se llenan de fuegos artificiales y risas, prolongando la celebración hasta bien entrada la madrugada.
Once zonas horarias, un solo país celebrando
Vivir el Año Nuevo en Rusia significa entender la magnitud del país. Con once zonas horarias, la medianoche se celebra una y otra vez a lo largo del territorio. Las felicitaciones presidenciales se transmiten once veces por televisión, acompañando cada huso horario.
Mientras en Kaliningrado la gente comienza a contar las campanadas, en Petropávlovsk-Kamchatski la fiesta ya quedó atrás y da paso al tradicional “recalentado”, esa comida del día siguiente que se disfruta sin prisa, como una extensión natural de la noche anterior.
Rituales televisivos que unen a todo el país
No hay Año Nuevo en Rusia sin tradiciones televisivas. El programa musical “La Luz Azul” reúne a artistas populares y pone a cantar, simbólicamente, a todo el país. Pero el verdadero ritual es la película “La ironía del destino, o disfrute de su baño”, dirigida por Eldar Ryazanov.
Emitida cada año desde hace más de cuatro décadas, esta cinta se ha convertido en un elemento indispensable de la noche, tan arraigado como el brindis o la ensalada Olivier.
El baño de vapor: limpiar el cuerpo y el alma
Entre las costumbres más antiguas se encuentra la visita al banya, el tradicional baño de vapor ruso. Desde hace siglos, este ritual acompaña momentos clave de la vida. Antes de que llegue el nuevo año, la tradición indica que es necesario “limpiarse” de lo viejo.
En el calor del vapor, entre ramas de abedul y el sonido del agua sobre las piedras calientes, pasado y presente se conectan. Hoy en día, esta práctica sigue viva y es reconocida incluso por estudios culturales y turísticos como parte esencial del patrimonio ruso, tal como señalan diversas publicaciones sobre bienestar y tradiciones en portales como National Geographic.
Ded Moróz y Snegúrochka: los guardianes del invierno
El espíritu del invierno ruso tiene nombres propios. Ded Moróz —el Abuelito Frío— y su nieta Snegúrochka visitan los hogares durante las fiestas. A diferencia de otros países, aquí los regalos se ganan: hay que recitar poemas, cantar o demostrar lo aprendido durante el año.
La residencia oficial de Ded Moróz se encuentra en la ciudad de Veliki Ústiug, un destino que hoy atrae a familias de todo el país y que forma parte de las rutas culturales promovidas por el turismo ruso.
Navidad ortodoxa y el Año Nuevo Viejo
La Navidad ortodoxa se celebra el 7 de enero, de acuerdo con el calendario juliano que aún sigue la Iglesia Ortodoxa Rusa. Esta festividad, profundamente espiritual, da paso a los llamados Días Santos, que concluyen el 18 de enero.
Finalmente, la noche del 13 al 14 de enero llega el llamado Año Nuevo Viejo, una celebración única que combina tradiciones seculares y religiosas, prolongando la sensación de magia invernal antes de despedir definitivamente la temporada festiva.
El encanto del invierno ruso
Viajar durante el Año Nuevo en Rusia es descubrir un país que se transforma bajo la nieve. Desde las ciudades del Anillo de Oro hasta San Petersburgo, donde el ballet El Cascanueces de Chaikovski se convierte en una cita obligada, el invierno ruso invita a detenerse, observar y creer.
Un invierno que invita a creer
El Año Nuevo en Rusia es mucho más que una celebración: es una forma de reconciliarse con el tiempo, de compartir la mesa y de mirar hacia adelante con esperanza. Viajar en estas fechas permite comprender que, incluso en el frío más intenso, la calidez humana sigue siendo el centro de todo.
Si te interesa descubrir cómo distintas culturas del mundo convierten sus tradiciones en experiencias profundas, te invitamos a seguir explorando los artículos culturales y de viaje disponibles en Visiones de México, donde cada celebración es una puerta abierta a nuevas formas de entender el mundo.
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