La gentrificación en Ciudad de México y en otros destinos turísticos como Puerto Escondido, Tulum o La Paz ya no es solo una preocupación académica o política. Hoy, afecta directamente a miles de personas que han visto cómo su estilo de vida y derecho a la vivienda se ven amenazados por el alza de precios, la especulación inmobiliaria y un turismo descontrolado.
#LadyRacista y el rostro de la exclusión en la CDMX
Uno de los casos más comentados fue el protagonizado por una mujer apodada en redes como #LadyRacista, quien insultó a un vecino en la colonia Hipódromo Condesa por no hablar inglés y hacer “demasiado ruido”. Este caso se viralizó como símbolo del choque cultural que genera la llegada masiva de extranjeros con mayor poder adquisitivo, y cómo ello influye en el desplazamiento de vecinos de toda la vida.
El caso se dio en una de las colonias más afectadas por la gentrificación, donde los alquileres han subido más del 60% en los últimos 5 años, según datos del INEGI.
La marcha contra la gentrificación: “Mi barrio no se vende”
Como reacción a esta y otras injusticias, cientos de vecinos participaron en una marcha contra la gentrificación que recorrió colonias como la Roma, Juárez y San Rafael. Con pancartas que decían “Mi barrio no se vende”, los manifestantes exigieron regulación del alquiler, mejores políticas de vivienda y control sobre plataformas como Airbnb, a las que culpan de contribuir al aumento del costo de vida y a la transformación de sus comunidades en zonas meramente turísticas.
Luisito Comunica y el desprecio al trabajador local
El influencer Luisito Comunica también generó controversia al grabar a una empleada de la Secretaría de Turismo (SECTUR) que no hablaba inglés, durante un viaje a Oaxaca. Aunque después intentó disculparse, muchos lo acusaron de fomentar una visión elitista del turismo, donde el visitante extranjero es más importante que la población local.
Este tipo de actitudes refuerzan una lógica perversa: México debe adaptarse al turista extranjero, en lugar de pedir al visitante que respete la cultura local.
¿Qué es la gentrificación turística y por qué importa?
La gentrificación turística en México implica que los residentes originales de una zona sean desplazados debido al aumento del costo de vida provocado por el turismo masivo o de lujo. Ciudades como Sayulita o Bacalar enfrentan crisis de vivienda y de servicios públicos porque muchas propiedades han sido convertidas en alojamientos temporales sin regulación.
Esto se agrava con la llegada de los llamados nómadas digitales, quienes gracias a visas flexibles pueden vivir y trabajar desde México, ganando en dólares o euros, lo que distorsiona los mercados locales.
Posibles soluciones para frenar la gentrificación en México
- Regulación del alquiler
Establecer límites al aumento de renta anual, similares a los modelos de ciudades como Berlín o París. - Impuestos a plataformas turísticas
Aplicar impuestos especiales y exigir licencias a hospedajes por medio de Airbnb y plataformas similares. - Vivienda social y accesible
Fomentar políticas públicas de construcción de vivienda para sectores vulnerables y residentes de larga data. - Educación intercultural
Promover campañas en redes y zonas turísticas para que los visitantes respeten las costumbres y aprendan lo básico del idioma y contexto local. - Control urbano y participación ciudadana
Transparencia en los permisos de construcción y fomento de comités vecinales que vigilen los intereses de la comunidad.
La gentrificación en la CDMX y en las playas mexicanas no es inevitable. Es el resultado de decisiones políticas, intereses económicos y un modelo turístico mal enfocado. México puede y debe replantear su forma de recibir visitantes, priorizando la justicia social, el respeto por las comunidades y el acceso digno a la vivienda.
Porque el turismo sí puede ser sostenible… si primero respetamos a quienes ya viven aquí.
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